No tenía idea de lo que me esperaba,
siempre estuve imaginándolo y creyendo que solo existía en novelas
tontas y cuentos infantiles… Un final feliz.
Tan diferentes pero tan unidos, fuego intenso el que corre por
nuestras venas cada vez que nos acercamos, que sentimos nuestra respiración acariciándonos
suavemente el uno al otro ¡Qué sinfonía! Dulcemente bailan nuestras emociones
en este vals sin fin, es un ritmo casi poético.
Tus manos recorren mi piel salvaje y delicadamente a la vez, increíble
equilibrio de lujuria, pasión, amor y pudor el que logras en mí, en mi ser, en
mi mente, simplemente en mí. Tus labios son un dulce néctar del cual soy cada
día más adicta, tu espalda… esa espalda que me encanta abrazar mientras me
haces el amor con la ternura y salvajismo que te caracteriza ¡Toda una
contradicción! Pero así eres, delicado y salvaje, rudo y amoroso; No quiero que
te inhibas de lo que sientes, de lo que quieres, tómame, quiéreme, hazme tuya y
solo tuya así como yo te he hecho mío un millón de veces a través de un beso,
una mirada… Un final sensualmente feliz.
Nuestras pieles sudadas de tanto
placer se rozan exquisitamente mientras seguimos en lo nuestro; acá, allá,
donde sea es el lugar perfecto para amarnos, para que me tomes fuertemente y ya
dentro de mí, seas el hombre más feliz pues estas con quien te ama y con quien
amas.
Mordiscos, aruños, nalgadas, una
que otra bofetada... ¡Simplemente es glorioso!